La piedra
Solo puedo decir que era una niña entonces, esa sensación de libertad que me daba el ir y venir contra el viento mientras pendía de unas cuerdas.
Hoy, soy péndulo, llevo raspadas las rodillas, sangran un poco pero ya no lloro como antes, mis manos se sujetan a las irregularidades y a ratos puedo sentir que me trago el aliento de la tierra.
Las rocas se desprenden para recordarme que a mi espalda solo están el silencio y mi miedo a las alturas. Solo en estas circunstancias siento verdad aquello de “la vida es un instante”, sé también que si empiezo a elucubrar ideas contrarias siempre estarán aquellas cruces recurrentes: la vida es un instante, la vida es un instante…, gritan sordas.
Claudio nunca habla, siempre va detrás de mí, y yo, ya no puedo cargar con su miedo. No debí decir que sería maravilloso caer al infinito, no debí beber esa noche.
Hoy, soy péndulo, llevo raspadas las rodillas, sangran un poco pero ya no lloro como antes, mis manos se sujetan a las irregularidades y a ratos puedo sentir que me trago el aliento de la tierra.
Las rocas se desprenden para recordarme que a mi espalda solo están el silencio y mi miedo a las alturas. Solo en estas circunstancias siento verdad aquello de “la vida es un instante”, sé también que si empiezo a elucubrar ideas contrarias siempre estarán aquellas cruces recurrentes: la vida es un instante, la vida es un instante…, gritan sordas.
Claudio nunca habla, siempre va detrás de mí, y yo, ya no puedo cargar con su miedo. No debí decir que sería maravilloso caer al infinito, no debí beber esa noche.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio