sincronizadas para abrirse
cuando todo pinta bien
son dueñas del lenguaje del dolor
abren sus bocas al mismo tiempo
y gritan fotos que se clavan en mi cabeza
sangran mis ojos hasta inflamar el desamparo
la brisa se calla un poco,
el pasado no ha de avivar
si busca cerrar las puertas
que llorar solo saben,
a través de otros.
Las puertas
no tienen ojos para lo invisible
pero hablan, presionan,
reclaman, demandan,
se abren para culpar del pasado
a la niña que lo tuvo todo,
la niña que no sirve para nada,
la niña inválida,
la que no come y
le hace pasar vergüenza,
la niña que hoy no sería nada
sin el dolor que administraban las puertas.
La niña dejó su territorio
en cuanto dominó la palabra,
se liberó la primera vez
para caer en otra jaula.
Ya tiene la llave
y una puerta blanca
que no grita.