Amores de emergencia

Cualquiera que lea la vida con ojos ávidos de amor llegará a experimentar los bien llamados "amores de emergencia", sentimientos que salvaguardan otros tal vez más fuertes, únicos e irrepetibles, pero lástimosamente cobardes. Un lugar donde las mentiras suelen transformarse en verdades que arremeten contra el alma lacerada.

lunes, mayo 10, 2010

Jonás

¡Créame Señor, Cré-a-me!,
Que todo lo nombrado ¡no-es-cierto!
Yo lo he visto, ellos también,
Pero no tan bien como yo.
Y fue por eso, por el polvo
Que ha caído en sus ojos,
Él, que ha cercado con adobe la luz.
Juro que yo lo he visto Señor,
Vivo dentro de una ballena,
Y lo he visto,
A veces, cuando sueño,
Dejo de verlo
Porque estoy ahí,
Pero luego…, luego
Caigo del sueño, Señor,
Y lo vuelvo a ver
Como si nunca se hubiera ido
Tatuándome la piel con su orificio...
Es entonces cuando salgo
Llena de lunares a las tablas,
A zapatear la rabia de cada mordida,
Solo porque a él
No le gustan las manzanas.

Vigilia

Preñado en la orilla
(Sumando),
Como un granito de arena
Que nace a otras formas
O estados…

Contemplar la rabia de lo fugaz
Ese aferrarse a cualquier orilla
Para ser Blanco
Como el lomo de un caballo
O de otros cuerpos.

Paso a paso
(Restando),
Recogiendo la ansiedad del desencuentro,
Se besan y desaparecen
Como la espuma.

He hallado otras formas de matar,
De rozar el abismo con la punta de mi ser,
He descubierto la sal en nueva orilla.
La isla que todos conocen (Ella),
La desconocida.

Pesadilla

Silencio…

Grita el silencio

La obediencia de sus colmillos

Me responde, domestica,

Hipnotiza.

Ladran las advertencias

Como despedidas

A las afueras de mi exilio.

La libertad

Esa jaula con la que todos sueñan

No es la misma cuando despiertan.

Al borde de una A4

La soga,
Símil de La Gioconda
En la habitación,
Despierta la ansiedad.

Los dedos
Carboncillo al rostro,
A falta de besos
Llenan de arte su boca.

Se desdibuja la vida,
Entre calle y vereda
Los ojos de marfil
Apuntan a su locura.

Repugnante es la lástima,
Por eso vuelve a su escritorio,
Frente al abismo
Las manos divagan.

Los vagones no deciden,
En la locomotora
El escritor
Juega al ahorcado.

Invierno

Hablar con la verdad
Decir tan sólo:

La lluvia golpea
El asfalto,
Rebota,
Protesta su muerte.

Los grillos cantan
Su agonía,
Saltan,
Sin ser escuchados.

La muerte
Sobre nuestros ríos
Camina en silencio
Hasta que nos besa.

De la ausencia y otros cuerpos...

La náusea de mil sapos en mi boca, el temblor de las partículas que se amasan al comulgar con las tres cuartas partes de muerte que me quedan, la temperatura que baja mientras suben unos descalzos fantasmas que me abrigan.
Al doblar en cada esquina, el temor más grande que siento es tener que encontrarte en la comisura de cada ser humano, creer por ejemplo, que hay cordura al reconocer que no estoy conmigo.
Y la gente habla en silencio, se interroga:
¿cómo puede alguien ir así, sin ton ni son, deslizándose por las nubes con los pies en la tierra?, ¿por qué deja que su cuerpo recorra con certezas en los bolsillos unos zaguanes tan oscuros?, ¿acaso no se da cuenta de que no se puede andar por la vida así, pensando y pensando?, ¿acaso nadie le dijo que hay que sonreír?, ¿quién le habrá dicho que se puede andar así, con desobligo, de una manera tan suicida?
Si de algo estoy segura es de saber lo que no quiero.